martes, 1 de diciembre de 2009

Morera

Morera
Morera blanca (Morus alba) 
Morera negra (Morus nigra)
Morus, "derivado del griego morea, nombre dado por Dioscórides a esta planta. Según otros viene del céltico mor, negro, en alusión al color de los frutos de una de sus especies". (Bracciforti, Alberto: "Flora Piacentina, Enumerazione Sistematica delle Piante della Provincia di Piacenza", 1877. Del Portal Biodiversity Heritage Library). 
Los epítetos alba y nigra aluden al color de sus frutos, blanquecinos en el primer caso (mora blanca) y púrpura oscuro en el segundo (mora negra).
Familia: Moraceae.
Origen: zonas templadas de Asia. Su cultivo se ha extendido a todo el mundo. 
El género tiene plantas monoicas o dioicas con inflorescencias masculinas y femeninas en amentos.Árbol caduco de pequeño a mediano porte, en general más ancho que alto. Copa amplia, redondeada y muy ramificada, tronco de fuste más bien corto, nudoso y rugoso, corteza castaña, áspera y agrietada en los ejemplares más viejos.
Hojas alternas, simples, grandes, con forma acorazonada, textura áspera, con dos nervaduras secundarias destacadas, tienen ápice agudo y bordes dentados.
Flores en amentos de color crema, femeninas y masculinas en los mismos pies o en pies separados (monoicas o dioicas). Frutos comestibles, siendo las moras blancas más insípidas que las negras o púrpura oscuro.

Entre las propiedades se mencionan: tintóreas, alimentarias, forrajeras, medicinales, madereras, ornamentales, como árbol de sombra, pero en este caso recomiendan el empleo de variedades estériles que no producen frutos, evitando de esta manera las manchas en las aceras.
El cultivo de la variedad Morus alba estaba muy extendido en el pasado, ya que sus hojas son el alimento del gusano de seda (Bombyx mori), de cuyos capullos se obtenían los hilos para fabricar la seda. La producción de seda en China se remonta al tercer milenio aC, pero recién en siglo I aC los romanos descubren la existencia de la seda en China. El secreto de la sericultura comienza a extenderse hacia occidente hacia el siglo VI de la era cristiana.
En nuestro país la Ley 25.747 de “Promoción y Producción del Gusano de Seda” tiene por finalidad promover la actividad sericícola en el país. Las actividades comprendidas en dicho régimen son las siguientes:
  • La plantación de Morera (Morus sp.)
  • La cría de gusanos de seda (Bobys mori)
  • El devanado y/o cardado, hilado, teñido, tejido y confección de prendas.
  • La investigación, desarrollo, capacitación y transferencia.

El árbol de moras nos remonta a una historia de inspiración oriental que es mencionada por primera vez por Higinio, pero es Ovidio quien relata su leyenda en el libro 4 Metamorfosis, la tragedia de “Píramo y Tisbe”, dos amantes legendarios de la mitología griega y romana.
"Píramo y Tisbe, de los jóvenes el más bello el uno, la otra, de las que el Oriente tuvo, preferida entre las muchachas, contiguas tuvieron sus casas, donde se dice que con cerámicos muros ciñó Semíramis su alta ciudad. El conocimiento y los primeros pasos la vecindad los hizo, con el tiempo creció el amor; y sus teas también, según derecho, se hubieran unido pero lo vetaron sus padres; lo que no pudieron vetar: por igual ardían, cautivas sus mentes, ambos. Cómplice alguno no hay; por gesto y señales hablan, y mientras más se tapa, tapado más bulle el fuego.
Hendida estaba por una tenue rendija, que ella había producido en otro tiempo, cuando se hacía, la pared común de una y otra casa. Tal defecto, por nadie a través de siglos largos notado
–¿qué no siente el amor?–, los primeros lo visteis los amantes y de la voz lo hicisteis camino, y seguras por él en murmullo mínimo vuestras ternuras atravesar solían.
Muchas veces, cuando estaban apostados de aquí Tisbe, Píramo de allí, y por turnos fuera buscado el anhélito de la boca:
“Envidiosa”, decían, “pared, ¿por qué a los amantes te opones?
¿Cuánto era que permitieses que con todo el cuerpo nos uniéramos, o esto si demasiado es, siquier que, para que besos nos diéramos, te abrieras?
Y no somos ingratos: que a ti nosotros debemos confesamos, el que dado fue el tránsito a nuestras palabras hasta los oídos amigos.
Tales cosas desde su opuesta sede en vano diciendo, al anochecer dijeron “adiós” y a la parte suya dieron unos besos cada uno que no arribarían en contra.
La siguiente Aurora había retirado los nocturnos fuegos, y el sol las pruinosas hierbas con sus rayos había secado. Junto al acostumbrado lugar se unieron. Entonces con un murmullo pequeño,
de muchas cosas antes quejándose, establecen que en la noche silente burlar a los guardas y de sus puertas fuera salir intenten, y que cuando de la casa hayan salido, de la ciudad también los techos abandonen, y para que no hayan de vagar recorriendo un ancho campo, que se reunan junto al crematorio de Nino y se escondan bajo la sombra del árbol: un árbol allí, fecundísimo de níveas frutas, un arduo moral, había, colindante a una helada fontana.
Los acuerdos aprueban; y la luz, que tarde les pareció marcharse, se precipita a las aguas, y de las aguas mismas sale la noche. Astuta, por las tinieblas, girando el gozne, Tisbe sale y burla a los suyos y, cubierto su rostro, llega al túmulo, y bajo el árbol dicho se sienta.
Audaz la hacía el amor. He aquí que llega una leona, de la reciente matanza de unas reses manchadas sus espumantes comisuras, que iba a deshacerse de su sed en la onda del vecino hontanar; a ella, de lejos, a los rayos de la luna, la babilonia Tisbe la ve, y con tímido pie huye a una oscura caverna y mientras huye, de su espalda resbalados, sus velos abandona.
Cuando la leona salvaje su sed con mucha onda contuvo, mientras vuelve a las espesuras, encontrados por azar sin ella misma, con su boca cruenta desgarró los tenues atuendos.
Él, que más tarde había salido, huellas vio en el alto polvo ciertas de fiera y en todo su rostro palideció Píramo; pero cuando la prenda también, de sangre teñida, encontró: “Una misma noche a los dos”, dice, “amantes perderá, de quienes ella fue la más digna de una larga vida; mi vida dañina es. Yo, triste de ti, te he perdido, que a lugares llenos de miedo hice que de noche vinieras
y no el primero aquí llegué. ¡Destrozad mi cuerpo y mis malditas entrañas devorad con fiero mordisco, oh, cuantos leones habitáis bajo esta peña!
Pero de un cobarde es pedir la muerte.” Los velos de Tisbe recoge, y del pactado árbol a la sombra consigo los lleva, y cuando dio lágrimas, dio besos a la conocida prenda:
“Recibe ahora” dice “ también de nuestra sangre el sorbo”, y, del que estaba ceñido, se hundió en los costados su hierro, y sin demora, muriendo, de su hirviente herida lo sacó, y quedó tendido de espalda al suelo: su crúor fulgura alto, no de otro modo que cuando un caño de plomo defectuoso
se hiende, y por el tenue, estridente taladro, largas aguas lanza y con sus golpes los aires rompe.
Las crías del árbol, por la aspersión de la sangría, en negra faz se tornan, y humedecida de sangre su raíz, de un purpúreo color tiñe las colgantes moras.
He aquí que, su miedo aún no dejado, por no burlar a su amante, ella vuelve, y al joven con sus ojos y ánimo busca, y por narrarle qué grandes peligros ha evitado está ansiosa; y aunque el lugar reconoce, y en el visto árbol su forma, igualmente la hace dudar del fruto el color: fija se queda en si él es. Mientras duda, unos trémulos miembros ve palpitar en el cruento suelo y atrás su pie lleva, y una cara que el boj más pálida portando se estremece, de la superficie en el modo, que tiembla cuando lo más alto de ella una exigua aura toca. Pero después de que, demorada, los amores reconoció suyos, sacude con sonoro golpe, indignos, sus brazos y desgarrándose el cabello y abrazando el cuerpo amado sus heridas colmó de lágrimas, y con su llanto el crúor mezcló, y en su helado rostro besos prendiendo:
“Píramo”, clamó, “¿qué azar a ti de mí te ha arrancado?
Píramo, responde. La Tisbe tuya a ti, queridísimo, te nombra; escucha, y tu rostro yacente levanta.”
Al nombre de Tisbe sus ojos, ya por la muerte pesados, Píramo irguió, y vista ella los volvió a velar. La cual, después de que la prenda suya reconoció y vacío de su espada vio el marfil: “Tu propia a ti mano”, dice, “y el amor, te ha perdido, desdichado. Hay también en mí, fuerte para solo
esto, una mano, hay también amor: dará él para las heridas fuerzas. Seguiré al extinguido, y de la muerte tuya tristísima se me dirá causa y compañera, y quien de mí con la muerte sola serme arrancado, ay, podías, habrás podido ni con la muerte serme arrancado.
Esto, aun así, con las palabras de ambos sed rogados, oh, muy tristes padres mío y de él, que a los que un seguro amor, a los que la hora postrera unió, de depositarles en un túmulo mismo no os enojéis; mas tú, árbol que con tus ramas el lamentable cuerpo ahora cubres de uno solo –pronto has de cubrir de dos–, las señales mantén de la sangría, y endrinas, y para los lutos aptas, siempre ten tus crías, testimonios del gemelo crúor”, dijo, y ajustada la punta bajo lo hondo de su pecho se postró sobre el hierro que todavía de la sangría estaba tibio.
Sus votos, aun así, conmovieron a los dioses, conmovieron a los padres, pues el color en el fruto es, cuando ya ha madurado, negro, y lo que a sus piras resta descansa en una sola urna.”

Vinculos:
Llagostera, Estéban: La Seda China y la ruta de la seda, Universidad de Autónoma de Madrid, en Boletín de la Asosiación Española de Orientalistas, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

2 comentarios:

  1. desearía saber el nombre del arbol que tiene flores naranjas(casi bermellon) que se ubica al final de la avenida sarmiento,la propiedad se encuentra lindera al local cañadas. A simple vista lo relacioné con el ceibo, o los arboles de la familia de las Eritrhinas, como el que se encuentra en la Carlos Gardel, si no me equivoco entre la 3 y 4. A la espera de una respuesta saludos cordiales, María

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  2. Me encanto el blog, y hace mucho lo uso, los datos están muy buenos!! gracias sinceramente por el tiempo que te tomás para actualizarlo. Saludos, Claudia de Resistencia

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