miércoles, 4 de febrero de 2009

Algarrobo

Algarrobo blanco (Prosopis alba) / Agarrobo negro (Prosopis nigra)
Nombres comunes: Árbol; Tacku y Yura tacku (quechua); Ibopé morotí (guaraní), Jwaáyuk (wichi), Mapic (toba).
'Algarrobo' en Colonia Mixta, Departamento General Dónovan (Chaco, Argentina).
A través de las palabras de Orlando Sánchez, descendiente de la etnia toba, podemos explicarnos más claramente la importancia que asume el árbol en la cultura aborigen: "Si bien no han quedado restos físicos del pasado: ciudades, templos, pirámides; los montes, en especial los algarrobales, son su monumento viviente que conservan las memorias, a pesar de la destrucción ecológica ocasionada por el hombre y el tiempo. El algarrobo sigue conservando y transmitiendo la historia real de la civilización de los pueblos originarios de América; sus historias, arte, cultura, tradiciones, religión, las que a pesar de ser aplastadas, todavía siguen admirando e impresionando al mundo actual." (Orlando Sánchez: Cultura Toba - Archivo Histórico del Chaco).  
La Ley Provincial N.5583/2005 Declara de Interés Social, Económico, Ambiental y Estratégico al Algarrobo (Prosopis Spp), para la provincia del Chaco. (Normativas Ambientales de la Provincia del Chaco, Centro de Documentación e Información - CEDEI - Ministerio de Producción, Gobierno de la Provincia del Chaco, Argentina). 
El algarrobo era conocido popularmente en Europa como "Pan de San Juan" y es a través de Ulrico Schmidl (1510-1579), viajero alemán integrante en 1535 de la expedición de Pedro de Mendoza (1487-1537), que tenemos las primeras referencias a través de su obra 'Viaje al Río de la Plata', donde describe las costumbres de los aborígenes y menciona a la algarroba - Pan de San Juan - como uno de sus principales alimentos: "estos no tienen otra cosa para comer que pescado, carne y algarroba - pan de San Juan de la cual los indios hacen vino". (Schmidl, Ulrico: Viaje al Río de la Plata - Emecé Editores - Buenos Aires 1942).
Martín Dobrizhoffer (1717-1791), un misionero jesuita que se unió a la Compañía de Jesús en 1736 y residió largo tiempo entre los aborígenes del territorio chaqueño, relata: "Este árbol recibe muchos nombres: su fruto es llamado por los españoles algarroba; siliqua graeca por los latinos, kagátiov por los griegos, por Galeno keediwvía, pan de San Juan por los agricultores alemanes, y capricorno por el pueblo. Pero la algarroba americana difiere por el tamaño, la forma y el color de la que se encuentra por doquier en Alemania y que los españoles llaman algarroba de Berbería, ya que de ahí fue trasladada por los moros a España y Portugal y hoy nacen abundantísimos en sus selvas a tal punto que – yo mismo lo he visto – a diario se ofrece en aquellos lugares como forraje a bueyes y mulas. 
La vaina de la algarroba española es más grande, y los granitos que contiene son también más grandes, de color obscuro, aunque su pulpa sea dulce y blanquecina. Las vainas de la algarroba paraguaya son largas como una palma y algunas del ancho de un dedo pulgar de hombre; están cubiertas por una película amarilla, y llenas de semillas más pequeñas, más blandas y más apetitosas.  
De los muchos géneros de algarroba que nacen en Paracuaria, recuerdo dos: una llamada blanca y otra negra. A ésta los abipones llaman 'róak', a aquélla 'óik'. La blanca se come seca, cuando cae del árbol, ya sea molida en el mortero, ya en infusión. Corresponde a las mujeres el trabajo de recolectarla en las selvas, llevarla a caballo hasta la casa, molerla en el mortero y verterla en una especie de vasija de piel de buey mezclada con agua fría; allí, sin otro añadido, después de unas doce horas toma un color semejante al mosto y entra en ebullición, resultando finalmente de acre que era, una bebida completamente dulce y saludable. Su uso desmedido produce la inestabilidad en la cabeza y los pies, como también de la lengua. Los abipones no necesitan ni del vino de Falerno ni del Tocaino para embriagarse, ya que les basta con esta bebida de algarroba, durándole su efecto varias horas y aun a veces días continuados. Pero del mismo modo que se embriagan, provocándose muchas veces caídas y lastimaduras, si la usaran con moderación sería para estos bárbaros un instrumento de salud y fortalecimiento. Más de una vez vimos a un abipón sospechoso de caquexia o de alguna otra enfermedad crónica; entonces solíamos decirle: "Vive mientras macere la siliquia graeca"; el infeliz, invariablemente reanimado por ella, convalecía con toda seguridad. Tan saludable era, que a los que yacían postrados con sus fuerzas marchitas, revivían escanciando abundantemente de esta dulce bebida, para maravilla nuestra.
Los caballos, mulares y vacunos no son jamás gordos y más fuertes que cuando se les mantiene con el pan de San Juan. Por donde quiera, todos los bosques están llenos de esta fruta, especialmente en el Chaco y Santiago, aunque en las regiones inmensurables de Paracuaria no se ve ni una ramita de este árbol. A lo menos en las regiones de los Guaraníes que pueblan treinta y dos localidades y por lo tanto ocupan una región vastísima, no se ve ni uno solo. Pero tampoco encontrábamos bien transplantar para allá tales árboles, por más ligero que crezca, para que los indios no comenzaran a beber y se emborracharan. Por este mismo propósito teníamos entre los Guaraníes una prohibición de preparar aguardiente de las cañas de azúcar que crecían abundantes en muchas localidades, si bien esto no regía para los duraznos, naranjas, membrillos y otras frutas semejantes.
La semilla de algarroba crece segura y rápidamente sobre cualquier gleba haciéndose árbol aunque sólo por un acaso haya sido desparramado ahí. Sobre el campo donde antes a orillas del río rojo (Río Bermejo) ha estado la ciudad de Concepción, destruida ya hace mucho por los Abipones, se ve hoy en día uno de los bosques más espesos. Las semillas echadas diariamente en las calles y provenientes de la algarroba tomada por los habitantes, a decir así, de día y de noche, les dieron origen. Por la misma causa en todas las llanuras donde los Abipones han permanecido durante un tiempo, nacen los bosques. Hay aquí aún otras cosas memorables acerca de este árbol. EL algarrobo blanco suministra no sólo alimento y bebida sino también medicina y la madera más excelente para la construcción de carros, casas y naves. Ella es de color azul violeta, laborable y muy firme en el agua. Con ella se construía la mayoría de las quillas de barcos que navegaban por el Paraguay y el Paraná. Los baos y tirantes hechos de la misma, se metían luego cual costillas en el espinazo. En los bosques de Santiago y en la costa boscosa de Corrientes hacia el Poniente se ven dondequiera los algarrobos más largos y más gruesos. No menos abundantes son también allá los árboles de una especie diferente que a pesar de su largo y grosor no sirven para ser laborados por el crecimiento torcido de sus troncos. Las hojas de ésta, llamada Oaikík, por los Abipones, son pequeñas como sus flores, de un color amarillo pálido, de las cuales brota el Pan de San Juan en vainas como las habas. Estas maduran en Noviembre y duran hasta Marzo en los bosques si no se juntan paulatinamente y se guardan en las casas por previsión.
Los abipones comienzan a contar su año desde el florecimiento de los algarrobos. Por esto la voz Yñiera denota simultáneamente la flor de su fruta y el año. En vez de preguntar: "¿qué edad tienes?", dicen: "¿cuantas veces en tu vida ha florecido el pan de San Juan?" (Hegem leyera yñierachi?) Ante esto los otros, en vez de responder, ya que en su idioma no tienen una palabra que expresa más de tres, muestran sus dedos de manos y pies. En otro lugar hablaré más de la aritmética de los Abipones. La otra especie del algarroba, llamada por los Europeos el negro pero por los Abipones Roáka semeja por completo a la primera excepto que aquella es más pequeña y más dulce. Su cascara parda tiene manchas rojas. Si se comen muchas crudas, deleitan por cierto al paladar por su dulzor pero raspan la lengua y la dificultan para hablar. Lo se por propia experiencia. Cuando una vez en un viaje largo me faltaron los alimentos, recogí al cabalgar tales frutas de los árboles más cercanos y los comí ávidamente para contentar mi estómago. De seguro aplaqué el hambre pero de pronto perdí el habla. El permanecer callado por unas horas constituía la enfermedad, y a la vez su remedio, mientras más compañeros se reían ampliamente de mí. De seguro esta clase de pan de San Juan se emplea con mayor frecuencia para la comida que para la bebida. Sus cáscaras se machacan dentro de un mortero de madera hasta formar una harina, luego se limpian a través de un colador y se echan en una vasija redonda de madera donde se amasa con las manos la papilla. Como ésta es muy resinosa, se torna de por sí en un pan y endurece cual piedra pues la espesa resina de la harina es la cola que la mantiene compacta. Tales panes llamados patay, se hacen especialmente en la colonia de Santiago y se envían también a otras ciudades donde sirven no sólo para la comida sino también para medicamentos y principalmente a los Europeos que padecen mal de piedra o mal de orina. Lo cierto es que ambas algarrobas; tanto la blanca como la negra, comida o bebida, prestan irrefutablemente los servicios más oportunos a los tísicos o a los atacados por retención de orina porque esta fruta posee una gran fuerza diurética. A lo menos los nativos que desde su juventud comen diariamente pan de San Juan, no conocen ni de nombre tales molestias. Algunos sostienen, mediante procesos químicos, que de ambas especies se podría sacar una esencia muy saludable a los atacados de piedra y a los tísicos. No debemos olvidar la tercera especie de la algarroba. Algunos la estiman completamente igual a la acacia, una planta egipcia de la cual mana la goma arábiga. Su madera es dura y roja obscura. Sus hojas se parecen a las especies de este árbol ya mencionadas pero sus flores son conglobadas, pequeñas, de un color amarillo de azafrán y exhalan un olor aromático. La corteza de la vaina es gruesa y negra. Las semillas encerradas en chauchas asemejan a las lentejas pero son más duras. Las vainas contienen junto con su pulpa algo resinoso; son de un sabor acre y áspero y no son ni comibles ni potables. Los habitantes de Córdoba y Santiago tiñen en negro su lana ovina o algodón mediante esta fruta, con un agregado de alumbre o vítriolo. De este mismo árbol mana una resina que tiene el idéntico aspecto de la goma arábiga. A éstas agrego aún una especie de arbolito como cuarta especie de la algarroba. Sus vainas tienen aspecto purpurino o casi pardo. No tienen sabor alguno ni dulce ni amargo. Los habitantes preparan de ella una bebida que es esencialmente febrífuga y por esto, según el testimonio del P. Tomas Falconer, médico, restituye la salud a muchos que en Europa sanarían solo con la cura de saliva." (Dobrizhoffer, Martino: “Historia de Abiponibus, equestri bellicosaque Paraquariae natione”, 1784. Traducción de Edmundo Wernicke: “Historia de los Abipones”, Universidad Nacional del Nordeste, Facultad de Humanidades, Depto. de Historia, Resistencia, Chaco,1967).
En su "Diario de la Expedición al Chaco por el Río Bermejo" (llevada a cabo en 1790), el Coronel Juan Adrián Fernández Cornejo Rendón (1738-1797) hace varias referencias a la gran cantidad de algarrobales que iba cruzando en su recorrido y menciona un paraje conocido como El Algarrobal: "Este día salimos al sudeste, y por el espacio de siete y media leguas que navegamos, va el río dando vueltas al sud, sudeste y este, aunque su mayor curso es al sudeste y sud: sus riberas son de cañaverales, sauzales y mucha maciega. A distancia de legua y media del sitio donde salimos, se ven barrancas de mediana altura a la banda occidental, que corre como un cuarto de legua, y encima montes altos de variedad de árboles: se conoce ser terrenos altos que no se ven. Los mandé reconocer, y preguntado al práctico, dijo: que aquel terreno se llamaba El Algarrobal; que era de grandes campañas para afuera; que no la bañaba el río; que había muchos algarrobales, y con este motivo paraban los indios en él." (Fernández Cornejo, Adrián: Expedición al Chaco por el Río Bermejo - Día 11- Buenos Aires - Imprenta del Estado).

Al describir la flora del Gran Chaco, Luis Jorge Fontana (1846-1920) hace referencia al Ibopé guazú blanco y negro, algarrobo de los argentinos (Prosopis siliquastrum): "Este árbol tan grato a la vista, y que se eleva hasta ocho metros en su mayor crecimiento, con un diámetro de 75 a 80 centímetros, suministra madera apropiada a la construcción naval, fábrica de ruedas de carretas, puertas y algunos muebles sumamente groseros, pero actualmente se hace poco caso de ella, por darse preferencia a otras maderas.
El fruto suministra abundantemente una sustancia azucarada muy nutritiva, que el caballo apetece,
vigorizándose con este alimento, y el hombre de algunas provincias argentinas prepara de él una bebida fermentada llamada chicha, y también una especie de dulce con el nombre de patay, muy usado en Santiago del Estero, y al que muchos atribuyen la notable fecundidad de las mujeres.
En una copia del Albalario (del P. Segismundo) que encontramos en poder de un curandero paraguayo, leímos que las hojas de esta leguminosa, machacadas con sebo de carnero y aplicadas en forma de emplasto, curan las hernias recientes, y que la bebida fermentada del fruto tiene la virtud de atenuar la hidropesía, corregir la sangre y disolver cálculos vesicales.
El ibopé de los guaraníes o algarrobo blanco y negro, se encuentra abundantemente en el Chaco, Corrientes, Misiones y otros puntos del territorio argentino; se produce con mucha facilidad y su madera compacta y de un bello color caoba oscuro, podría emplearse ventajosamente en la construcción de muebles finos.
A este sigue el ibopé miní que nunca adquiere las dimensiones del primero, no pasando en alto de seis metros por cincuenta centímetros de diámetro en el tronco; su madera es menos resistente y el fruto también polispermo es más chico y más grueso qie en el ibopé guazú, y su propiedad astringente le hace tambien apto para teñir de color negro, y tal vez para sustituir a la nuez de agalla." (Fontana, Luis Jorge: "El Gran Chaco", Ed. Solar, Hachette, Buenos Aires, 1977). 
Añejo 'algarrobo' en Presidencia Roque Sáenz Peña, inmediaciones del Cementerio Juan XXIII (Chaco, Argentina)
Por su parte, en el "Informe de la Comisión Exploradora del Chaco", Arthur Von Seelstrang (1838-1896) refiere: "El algarrobo negro es un árbol que los guaraníes conocen por ygopé guazú; es muy abundante en los terrenos secos, y crece hasta tener nueve y diez metros de elevación. Sus gajos o ramas tienen generalmente la forma curva y sus menudas hojas adornan una elegante palma, presentando su fruta en vainas. La madera tiene propiedades curtientes, y se hace uso de ella principalmente para puertas de casas y ligazones en la construcción.
El algarrobo blanco o ygopé pará, es de la misma familia y se encuentra en los mismos montes que el anterior. La madera es más blanca y más liviana. De la fruta, que ofrece en vainas amarillas, dulces y muy alimenticias, se hacen la chicha y el patay, en las provincias del interior.

El algarrobo amarillo o algarrobillo, de la misma familia que los anteriores, es más difícil de encontrar. Su madera es muy propia para muebles y posee todas las propiedades de los otros algarrobos con excepción de las curtientes." (Seelstrang Arturo: Informe de la Comisión Exploradora del Chaco, Primera Edición: Tipografía y litografía del "Courier de la Plata", Buenos Aires 1878; 2a Edic. EUDEBA 1977, pg. 45).
MONUMENTOS Y LUGARES HISTORICOS NACIONALES: Decreto 2.232/1946
Decláranse árboles históricos la magnolia de Avellaneda, el Pacará de Segurola, el algarrobo de Pueyrredón, el nogal de Saldán, el sauce del Plumerillo y el Olivo de Arauco.
"Artículo 1º.- Decláranse árboles históricos según lo dispuesto por el artículo 4º de la Ley Nº 12.665, ........EL ALGARROBO, situado en el monumento histórico de las Barrancas de San Isidro y lleva desde 1815 una placa que consigna el dato de que a su pie mantuvieron larga entrevista los generales San Martín y Pueyrredón;...."

Vínculos
El Algarrobo, Centro Cultural y Artesanal Leopoldo Marechal, Resistencia, Chaco.
Mitos y leyendas ancestrales: La Leyenda del Algarrobo (recopilada por Leonor Lorda Perellón), reproducida en Temakel, página de Esteban Ierardo.

3 comentarios:

  1. Recomiendo revisar el siguiente trabajo realizado por estudiantes de la ESPOL:

    DSPACE ESPOL - ALGARROBO



    GRACIAS

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  2. Hola.
    Necesito contactarme con el o los autores de la página, es una pena que no brinden sus nombres.
    Trabajo con la anatomía de estos árboles y puedo colaborar.
    Dra. Ana Gonzalez
    ana@ unne. edu.ar

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  3. Hola,

    ¿Te interesaría si yo incluyera tu foto en mi libro que estoy auto-publicando que se llama Alternative Crops for Drylands?

    Esta es la foto que me gustaría usar:
    http://1.bp.blogspot.com/_blQA2NlaONk/SYn6UzOKedI/AAAAAAAAD5s/2Db8g3O7FqE/s1600-h/algbocampo.JPG

    ¿Cuál es tu nombre completo para darte el crédito? ¿Y donde fue sacada la foto?

    Por favor, respóndeme en mi correo electrónico: acfdrylands@hushmail.com

    Gracias,
    Scott O'Bar

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